Comienza el mes de septiembre y en las parroquias vamos a celebrar este mes muchos funerales de gente que se ha muerto durante el verano. Por que uno se puede morir en verano como en cualquier otro mes del año, pero el funeral no se puede celebrar en vacaciones, por lo menos en las ciudades. La vuelta a la actividad no recuerda que la vida sigue pero también que se acaba.
«No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza»
Es bueno recordar la suerte de los difuntos. Las verdades acerca de la vida eterna. Los que hayamos muerto, resucitaremos, a la voz del ángel y al sonido de la trompeta, tras el fin de los tiempos, y seremos llevados al encuentro con el Señor, y allí estaremos para siempre.
Estos días en los funerales tendremos que oír los tópicos de siempre en esas «cartas «que los nietos escriben a los abuelitos o en esas oraciones fake de San Agustín sacadas de internet. «Siempre vivirás en nuestros corazones», «no te has ido, estás en la habitación de al lado», «estás en un sitio mejor», «estés dónde estés, sigue cuidando de nosotros…» o como escuché yo una vez: «sabemos que después de la muerte no hay nada, pero tú sigues vivo en nuestro recuerdo…». Por eso hace tiempo que cuando no hay más remedio que dejar leer los ripios a los nietos, siempre les digo que lo hagan al principio, a modo de monición, por que así la última palabra en la misa la tengo yo, mejor dicho, la tiene Dios, por que es su Palabra lo que se predica:
«…si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual modo Dios llevará con El, por medio de Jesús, a los que han muerto»
Algunos se enfadan por que no les dejo leer esas cosas tan entrañables, pero es que…»ningún profeta es aceptado en su pueblo»
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